El Liderazgo y las historia de vida
Hoy esceibe... Carlos Guastavino, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI
Cuando leemos y escuchamos a las fuentes que hablan
del liderazgo, hay temas que son similares, recurrentes, como, por ejemplo, la
empatía y la asertividad como elementos comunicacionales, el conocer e
influenciar para poder alinear vectores hacia un objetivo superador del
conjunto de las personas que pertenecen a ese grupo para impactar a otros, el
conocimiento de los roles para generar el compromiso necesario, el empoderar
para luego hacer nuevos lideres, etc
En esta columna quisiera hablar de un tema no menor
qué es la historia de vida de cada uno de nosotros, esa mochila que nos
acompaña con experiencias positivas y negativas pero que finalmente resultan
ser una perfecta biblioteca personal, siempre y cuando hayamos sabido valorar
cada uno de los momentos y circunstancias atravesados con las decisiones
tomadas, las que deberían haber contribuido a nuestro proceso de aprendizaje
aún cuando los contextos y momentos, nunca serán iguales.
Esa historia de vida, experiencia, aprendizaje nos
genera una base sólida como si fuese un layout de un proyecto al cual le
agregaremos los conocimientos técnicos y el debate para tener una base sólida
de decisiones en los momentos de conflicto que inevitablemente surgirán en los equipos
que lideramos.
Partiendo de esa premisa, entendiendo que el liderazgo
es un aprendizaje, podemos afirmar que un gran líder comienza entendiendo su
propia historia de vida para encontrar en ella la inspiración necesaria para
resolver los innumerables problemas, conflictos, redireccionamientos, que
surjan en el trayecto hacia el objetico buscado.
He mencionado experiencias positivas y negativas en la
historia de vida, en la que tenemos aquellas que han sido cubiertas por la
protección la influencia y el aprendizaje recibido de padres, maestros,
entrenadores, profesores, mentores, etc. las que podríamos llevarlo al ámbito
positivo, pero muchas experiencias de vida podríamos incluirlas en difíciles,
negativas, malas como podría ser un despido en un trabajo, una enfermedad, la
muerte de alguien cercano, la discriminación, la exclusión, pero lo que debemos
tener presente que ambas, el conjunto de todas ellas, serán quienes habrán
forjado el carácter, el cual tendrá un abanico que va desde el victimista hasta
el ultra resiliente.
Un simple ejemplo de liderazgo resiliente nos da
Abracha Benski, quien tuvo que huir del nazismo, pasando por Ucrania, Rumania,
Beirut y luego Argentina donde creo los conocidos bocaditos cabsha, pero
previamente, por distintas razones, perdió todo en cinco ocasiones. Una
historia de vida muy particular pero con un claro objetivo, el chocolate, los
bombones, la fábrica y crear un negocio que lo hizo en cinco oportunidades,
habiendo perdido todo en otras cinco,
según cuenta su hija, pero siempre tuvo claro que quería hacer cómo hacerlo y
con quién hacerlo generando esa influencia que lo trascendió.
Todos tenemos esas creencias y convicciones que se
fortalecen en la historia de vida de cada persona, pero deben ser puestos a
prueba en momentos claves del desarrollo del liderazgo o de la actividad en la
cual nosotros estamos inmersos, cualquiera de nosotros podría enumerar nuestras
convicciones, creencias, valores, principios etcétera pero recién se
consolidarán cuando estemos ante un reto en el cual debemos ponernos a prueba,
es decir llevar el discurso y lo que nosotros creemos a la acción, a la toma de
decisiones, será, recién en ese momento cuando conoceremos cuál es nuestro
umbral decisión, de sacrificios y de concesiones que estamos dispuesto a
permitir. Esto es, el valor de un líder está centrado en su toma de decisiones
porque finalmente los principios son valores llevados a la acción, todo lo
demás es solamente discursivo
Y en este análisis, no debemos olvidar a las
motivaciones que tienen dos fuentes fundamentales, las internas y las externas,
siendo primordial, preguntarnos que nos está motivando para realizar tal o cual
acción, allí nos daremos cuenta qué tan profunda es nuestra convicción que
sustenta esa motivación, entre las que podemos nombrar sin sonrojarnos, la apariencia, un estatus
social, una competitividad con algo, alguien o nosotros mismos, quizás sea un
valor que represente trascendencia, mantenerse en el tiempo, o que realmente
sea un elemento transformador, disruptivo, superador para alguien, comunidad o
especie.
Todo lo mencionado previamente tiene que ver con el
con el autoconocimiento y la autenticidad,
porque como dijo Heráclito “no podemos bañarnos dos veces en el mismo
río”, por lo que tampoco seremos la misma persona en dos momentos diferentes
aunque muy cercanos en el tiempo, porque
las experiencias, relaciones, acciones, conocimientos, etc. necesariamente nos
harán diferentes, ni mejores ni peores, distintos, por eso es fundamental
conocer esos principios que realmente se mantendrán en el transcurso del tiempo
de nuestra vida, ellos marcarán nuestra integridad. Como dice Warren Buffett
siempre debes mirar tres cosas en una persona, la inteligencia, la energía y la
integridad, pero la importante es esta última, porque sin ella de nada sirve
las otras dos
Finalmente, la integridad es un aglutinador y
fortalece a la persona ya que integra todas las facetas de la vida, familia,
trabajo, comunidad, amigos, etc. cada una de ellas debe estar en equilibrio,
con sus vectores alineados en tiempo y espacio, para enfrentar y sostener los
desafíos del liderazgo, influenciar en las personas, empoderarlas y crear
equipos de trabajo eficientes exitosos y unidos. Nada de esto se puede lograr
sin equilibrio personal e integridad en las decisiones.
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