El Liderazgo: una energía en tránsito


 






Hoy escribe... Raúl Volker, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI


Hay una brecha en el armado epistemológico de nuestras cosmovisiones. Entre las insondables márgenes, se configuran las teorías de dos mundos muy distintos.

Las ideas microfísicas con la interdependencia del sujeto y el objeto, y las evidencias del azar como una ocurrencia inevitable de las contradicciones en la lógica clásica; y la aventura de lo macrofísico destruyendo nuestros conceptos del espacio y el tiempo ante nuestras inimaginables velocidades mas allá de la luz.

Ambos mundos se encuentran muy lejos de nuestra realidad percibida; pero poco a poco esa gran brecha que habitamos se va transfigurando hacia configuraciones relativas. No hay un terreno firme desde el cual esa materia ya no resulta ser una realidad simple a la cual pudiésemos pensarla conscientemente: el tiempo y el espacio ya no son absolutos, y desde nuestra lógica del sentido común, no hay una explicación simple para estas cosas. Ya no hay realidades no ambivalentes y no contradictorias, y nada está determinado y se constituye en un sustrato de metarealidades; solo es real nuestra esencia natural de humanidad embebida en la naturaleza.

Lo simple ya no es el fundamento de las cosas, sino un pasaje aún no comprendido entre dos complejidades micro y macrofísicas danzando nuestras limitaciones. Nuestros modelos mentales se arraigan caprichosamente en las brechas que sostienen esta trama; pero el implacable transcurrir de la experiencia, nos muestra los inefables procesos entrópicos que nos reclaman la urgencia de reorganizar nuestras prioridades.

Nuestras instituciones, nuestros dispositivos productivos, nuestras usinas de conocimiento, nuestros artefactos de poder y gobernanza deben acoplarse sistémicamente en un orden de conciencia distinto que requiere de nuestros liderazgos cotidianos. El liderazgo que comprende el entramado interpersonal para enriquecer con sus propuestas lo social, pero en ese mismo instante, el liderazgo que construye su estructura intrapersonal para consolidar su ser emocional y religar sus compromisos con la sociedad.

En la construcción de esos liderazgos necesarios, la deriva evenencial de nuestra vida nos interpela acerca de ese compromiso, y de nuestra disposición para aventurarnos en facilitar el camino para quienes nos acompañan hacia un lugar de encuentro. La realidad no se vive en las cosas sino en los eventos que suceden, y eso es, en definitiva, lo que consolida a los grupos en su búsqueda.

Liderar es una decisión trascendente, un valioso desafío, una propuesta de valor y una experiencia integrativa. Exige brindarse con generosidad en las asimetrías y los conflictos cognitivos que el otro aún no ha resuelto, y potenciar sus capacidades para lograr las competencias necesarias para la excelencia en el liderazgo de una búsqueda compartida.

Liderar es alzar la mirada, comprender el contexto, consolidar los vínculos, elegir los recursos, mostrar un camino y apalancar nuestros sueños para compartir el viaje hasta la llegada..

La esencia de un líder se encuentra en cada uno de nosotros. Solo debemos tomar esta decisión trascendente.


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