LIDERAR EN LOS DESAFIOS DEL TRABAJO EN ENTORNOS VIRTUALES: los contextos suficientemente VICA y crecientemente BANI
Hoy escribe... Raúl Volker, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI
Ya habíamos señalado en otras
oportunidades, que hoy vemos a la realidad desde la perspectiva que muchos
señalan como VICA, en una dinámica volátil, incierta, compleja y
ambigua, con consecuencias globales que nos sumergen en una realidad
organizativa que ya no es plenamente planificable y como consecuencia de
ello, se nos presenta con una diversidad de intereses contrapuestos y de
complejidad creciente.
Pero no cabe duda de que la organización debe
comprender claramente esa incertidumbre, ese desorden y esa
ambigüedad; razón por la cual debieran hoy más que nunca direccionar sus
objetivos y desarrollar estructuras más flexibles donde los entornos
virtuales son solo un aspecto de ese cambio transformacional.
Hoy nos encontramos en un contexto
confinamiento a partir de la pandemia de la COVID-19, lugar desde el cual crece
la incertidumbre acerca de los escenarios poscoronavirus, y desde donde emergen
las policrisis políticas, económicas, sociales, ecológicas y nacionales, son
los umbrales
de un mundo marcado por la caoticidad evenencial. Comenzamos entonces a contextualizar
nuestro mundo ahora desde el acronismo BANI que describió el pensador
Jamais Cascio, a partir de las situaciones del cambio global y climático.
Un modelo para describir el contexto para la generación de negocios del
futuro. Ese mundo BANI se nos presenta quebradizo y frágil con
apariencias de solidez, ansioso de encontrar las soluciones, advertimos
mas que nunca el comportamiento y la ocurrencia no-lineal de los
eventos, y se nos torna incomprensible.
Mientras tanto, asistimos a una formidable
propagación de lo digital y la tecnificación que, en nuestro confinamiento, se
ha acentuado trayéndonos soluciones a través de la Internet, el teletrabajo,
las videoconferencias y las redes sociales; como instrumentos que sin lugar a
duda pueden potenciar nuestro mensaje y nuestras posibilidades de libertad y
libre expresión en todas las dimensiones de nuestra vida.
Este es entonces, el contexto que se
presenta como una oportunidad para que los equipos que deciden desarrollarse en
los entornos virtuales actúen de forma exploratoria y experimental, en la
búsqueda de la madurez y la autonomía, un orden buscado en la autoorganización
en las múltiples interacciones e iteraciones del equipo dentro de una
estructura que sea capaz de dar respuesta a una realidad global suficientemente
VICA y crecientemente BANI.
Entonces, lo esencial es desarrollar las competencias
necesarias para lograr envisionar e inspirar a esos equipos hacia la
búsqueda de ese futuro soñado; y desarrollar el entendimiento y la claridad
suficientes para lograr la toma de decisiones adecuadas.
Se requiere tener la claridad
necesaria para la comprensión de las múltiples variables con que se manifiesta
esa realidad compleja y disponer de la agilidad suficiente para
discriminar las ambigüedades y gestionar la conciencia emocional tanto
de quien ejerce el liderazgo como de los integrantes del equipo, para
inspirarlos e invitarlos al compromiso de alcanzar un adecuado balance entre la
vida personal y el ambiente laboral.
Pero las neurociencias demostraron que los
Seres Humanos tenemos tres estructuras cerebrales interrelacionadas:
·
La estructura reptiliana o “cerebro
reptiliano”, reactiva a los estímulos directos a nuestros
músculos, el equilibrio y las funciones autónomas como la respiración o los
latidos de nuestro corazón. Es una parte del sistema nervioso que se limita a
ejecutar conductas simples e impulsivas que siempre se repiten del mismo modo,
dependiendo de los estados fisiológicos del organismo, como el miedo, el
hambre, los enojos.
·
Una estructura límbica o “cerebro emocional”, desde
el cual Interacciona en las respuestas fisiológicas y emocionales de nuestro
cuerpo y del proceso de nuestras emociones y regula nuestras conductas. Sobre
la base del complejo reptiliano, es una estructura responsable de la aparición
de las emociones asociadas a cada una de las experiencias que se viven.
·
Y la estructura del neocórtex o “cerebro
cognitivo”, donde se asientan nuestras creatividades, nuestros pensamientos
y donde ocurre nuestra percepción de las cosas, responsable de nuestros juicios
y nuestras decisiones.
Pero en nuestro nivel emocional, las
transmisiones de impulsos se realizan al doble de las velocidades de nuestro
cerebro cognitivo, por lo cual, no somos seres racionales sino eminentemente
emotivos con una habilidad particular de razonar. Somos, en definitiva,
seres emocionales con una maravillosa habilidad para razonar.
Pero una organización es tan frágil como
el eslabón más débil que tiene su cadena de valor, a la empresa le va a ir tan
bien como el eslabón más frágil que posea.
Y en este sentido, los datos empíricos nos
muestran que el llamado engagement, o el compromiso de quienes
conformaron los equipos a través de tareas remotas, cayó fuertemente a partir
de la modalidad virtual.
Entonces una de las preguntas claves para
pensar en resolver este bajo compromiso organizacional, es detectar qué cosas
generan esas disfuncionalidades y cómo trabajar para superarlo. En ese mundo
VICA ocurren cada vez más cosas que jamás nos enseñaron como confrontar, y
nuevos desafíos que no están escritos ni desarrollados en ninguna parte.
Para enfrentar ese mundo, se están
generando nuevas organizaciones y nuevos marcos de trabajo ágiles como
propuestas para:
·
Trabajar en equipos multidisciplinarios
·
En procesos cortos con retroalimentación
y mejora en el proceso
·
Se convive entonces en un paradigma de
flexibilidad, de forma colaborativa
·
Un espacio para la co-creación con todos
los integrantes del equipo
·
En una red con una cultura organizacional
centrada en las personas
·
Operando en una propuesta de aprendizaje en
rápidos ciclos de decisión facilitados por las tecnologías
Estos marcos de trabajo resultaron
ser exitosos para el trabajo desde los contextos mediados en la virtualidad. Pero,
el ejercicio de una práctica efectiva del liderazgo en las crisis tiene que ver
con que, más allá de que el líder se asegure de que sus equipos estén
funcionando bien en el presente, está enfocando su atención en liderar más allá
de la crisis en la búsqueda de un futuro superador.
Ante las crisis, si los líderes siguen la
tendencia de mantener una simbiosis con fuerte arraigo administrativo, muy
preocupados en los detalles de los acontecimientos actuales, se ven impedidos
de ejercer adecuadamente el liderazgo.
Cuando las crisis evolucionan, el líder se
va separando del administrar y deja que los demás administren el resto de la
crisis, pero de esta manera nunca se logra establecer claramente la distinción
entre ambos roles.
La administración es la gestión cotidiana
y el liderar es mirar los escenarios del largo plazo sin perder el sentido
estratégico del lugar que la organización quiere protagonizar. Pero tanto este
presente de crisis, así como esos escenarios del futuro, nunca habrán de
dejarse de observar ni conocer, porque ambos son interdependientes y de lo que
se siembra en el hoy, germinan las competencias para asumir los protagonismos
de los escenarios futuros.
Dadas estas estas nuevas normalidades, y
en los escenarios actuales de contingencia, los modelos clásicos no
necesariamente van a ser efectivos hacia adelante. Todos los conceptos que se
han tenido que desarrollar para resolver la contingencia del confinamiento, se
instalaron de manera que las empresas deban ahora generar los espacios de
flexibilidad para poder facilitar el trabajo.
Deben ahora repensarse las maneras de
organizar las empresas y si no lo hacemos, y permanecemos inflexibles, nos
perderemos esos espacios de innovación para aprovechar los beneficios de
trabajar desde los entornos virtuales.
Es entonces, imprescindible aceptar los
cambios, y desde ahí, poder desarrollar nuevos aprendizajes y nuevas maneras de
gestionar los equipos que toman la decisión de interactuar desde la
virtualidad.
Es un desafío para todos, jefes, gerentes
o quienes tomen el compromiso de liderar los procesos desde algún lugar en la
estructura organizacional. Desde la autoridad formal que otorga un cargo no
siempre se dan las condiciones suficientes para un devenir de éxito en el hacer
compartido, y muchas veces puede emerger un liderazgo informal que no
necesariamente está vinculado a un cargo; es ahí donde el equipo espera su
oportunidad de emprender la búsqueda del éxito.
El liderazgo de estos equipos se traduce en asumir los compromisos de encausar las energías, coordinar los esfuerzos y reestablecer los vínculos hacia la formalidad jerárquica para que la dinámica del equipo se mantenga orgánica, y no se diluya en las disfuncionalidades que pueden derrotar al equipo, como la falta de compromiso, las desconfianzas, la evasión de las responsabilidades o el no atender a los resultados propuestos.
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