Liderazgo y Autoridad


 










Hoy escribe... Fernando Grosso, Director Ejecutivo del CEDELI


LIDERAZGO Y AUTORIDAD

 

Es bastante común que por desconocimiento o por falsas interpretaciones, se antepongan estas ideas, por muchos que ven el ejercicio de la autoridad como modelo de conducción como algo contrario a la práctica del liderazgo.

 

Nada más alejado de la verdad: la verdadera autoridad es un cimiento indispensable para un liderazgo sustentable que pueda perdurar a lo largo del tiempo.

 

Para comprender esta sentencia debemos antes que nada, entender que es lo que significa la autoridad (concepto que está marcadamente alejado de la autocracia y sus derivados): la autoridad no representa en modo alguno la simple posición que una persona ocupe en una escala jerárquica formal, ni tampoco en el cuerpo normativo o reglamentario que avale el tipo de decisiones que esa persona pueda tomar (idea inspirada en la teoría de la burocracia), sino que la autoridad significa tener la capacidad de lograr que otros acepten decisiones propias, sin cuestionamiento o revisión crítica, por considerar que las mismas son correctas en función del reconocimiento que le brindo a quien las toma.

 

Por ejemplo: si voy al médico y éste me prescribe una determinada terapia para mis dolencias y cumplo esa prescripción tal como es formulada en sus tiempos y formas, es porque reconozco la “autoridad” del médico para ayudarme a solucionar ese problema que tengo… Está claro que allí no hay vínculo jerárquico alguno, ni ley imperativa que me obligue a hacerlo. Se trata en todos los casos de un acto volitivo de acatamiento.

 

El principio básico de la autoridad tiene que ver entonces con la ACEPTACION: acepto la autoridad de otro en función del reconocimiento que el mismo me merece por su rol y competencias. De esta manera, leemos por ejemplo a Herbert Simon, la autoridad es la base de la influencia (y en consecuencia del liderazgo).

 

Vista bajo esta óptica, la idea de autoridad se emparente directamente con el valor del RESPETO y es imposible concebir la idea de un liderazgo consolidado sin la construcción del mismo.

 

Está claro que la autoridad no es ni la única, ni tal vez la mejor forma de ejercer la influencia, pero será indispensable poder ejercerla con solvencia, sobre todo en los momentos de crisis y épocas de grandes cambios, donde cualquier agregado social necesita imperiosamente de una visión clara y un mando firme que lo guíe hacia la misma.

 

¿Cuáles son los principios esenciales para la construcción de una autoridad genuina? A mi entender hay dos cuestiones fundamentales:

 

La primera de ellas, es la capacidad para poder resolver los problemas que atañen a mis seguidores y el inequívoco compromiso en la acción por hacerlo: difícilmente alguien pueda ser respetado y reconocido en su autoridad si es incapaz de hacerse cargo de los problemas de sus seguidores o sencillamente los elude sin comprometerse.

 

La segunda cuestión es la comunidad de valores y creencias y el concepto de integridad que seamos capaces de construir a la vista de los otros: difícilmente alguien pueda buscar ayuda en nosotros para solucionar sus problemas, si somos indignos de su confianza o nuestros renuncios éticos repugnan a la visión de los otros.

 


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