De la dependencia a la independencia


 






Hoy escribe... Camila Mele, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI


De la Dependencia a la Independencia

Que importante y motivante es encontrar durante el proceso de crecimiento, formación y desarrollo tanto profesional como personal a personas que nos ayuden, escuchen, aconsejen, encaminen, juzguen, desafíen, reten, etc.

En el mejor de los casos nos podemos encontrar con una persona que tome el rol de mentor para nosotros, aquel que cumple con las funciones que mencionaba anteriormente, pero particular y fundamentalmente que acompañe e inspire.

Esta persona se convierte en un pilar indispensable, cumple un rol fundamental y facilita increíblemente el camino. Quizá no todos tengamos la suerte de encontrarlo o el valor para seguirlo, con lo que ello implica. Ser discípulo de un gran mentor conlleva una gran responsabilidad y un compromiso que deriva en mucho trabajo, tiempo de dedicación y un constante esfuerzo . Pero, sin dudas, los beneficios de aventurarse en una mentoría son superadores.

La relación con nuestro mentor será a largo plazo y se irá transformando a lo largo del tiempo dependiendo particularmente de las necesidades que tengamos nosotros como discípulos.

Ahora bien, es muy necesario ser conscientes de que nuestro mentor no puede transformarse simplemente en un facilitador de nuestro camino y que como discípulos también tenemos la responsabilidad de tomar de él lo mejor, pero a la vez de formar nuestro camino de manera independiente. 

No es la función de nuestro mentor tomar decisiones por nosotros ni informarnos cuál es el camino que debemos seguir, esa es nuestra responsabilidad. Es muy probable que en algunos momentos (quizá más de los que pensamos o deseamos) en que debamos tomar nuestras propias decisiones la incertidumbre e inseguridad nos invadan y debamos acudir a él. Pero recordemos que las elecciones de nuestra vida son nuestras y las consecuencias de ellas también. 

En un primer momento, y durante un tiempo prolongado, seremos muy dependientes de nuestro mentor, de su aprobación, opinión, etc. Si él es bueno en su rol, irá tendiendo puentes para que nosotros mismos abracemos poco a poco a poco nuestra independencia sabiendo que la relación no se termina, sino que se transforma. Pero claro que esa independencia cuesta y atemoriza. 

Durante nuestro crecimiento personal y profesional es necesario que forjemos la seguridad para tomar aquellas decisiones que consideremos oportunas y necesarias para lograr el éxito para nuestras vidas. Pero a la vez la valentía para volver a acudir a nuestro mentor una y tantas veces como sea necesario. 

Y así el trabajo de ambos durante tanto tiempo sea tan fructífero que en un futuro seamos nosotros mismos los que estemos ocupando ese rol de mentores para otros…

 


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