ADOPTAR LA BRÚJULA Y COMUNICAR UN PROPÓSITO


 






Hoy escribe... Raúl Volker, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI



Mientras que la primera revolución industrial cambió nuestra manera de hacer las cosas, mientras que la segunda revolución industrial cambió nuestra manera de comunicarnos de forma más ágil y veloz; la tercera revolución industrial y digital cambió nuestra manera de trascender, ya que hablamos de un cambio de paradigma vincular. Convivimos con un vínculo físico, y ahora convergemos en una trascendencia virtual y ubicua; pero a través de las tecnologías nos permitimos integrarnos en un nuevo marco de relaciones.

Pero desde aquella revolución nos trajimos las prácticas y hábitos a que nos somete el viejo reloj que nos marca el imperativo de la productividad y de la cantidad producida en el menor tiempo posible. Amarrados a ese reloj, nos esforzamos en gestionar el tiempo para llegar a todo, asumiendo muchas veces, más cargas de las que nuestros recursos nos permiten manejar.

Pero en términos de eficiencia, y en la búsqueda de lo importante entre nuestras prioridades, debemos cambiar nuestro viejo reloj por una brújula que nos guíe hacia aquello que dé sentido a nuestras vidas.

Una brújula que nos muestre en todo momento el Norte de lo que se quiere lograr; porque, en definitiva, lo que moviliza a las personas en la búsqueda de los resultados, es establecer y entender el propósito que lo que está buscando.

Para comunicar ese propósito en los equipos que deciden trabajar desde la virtualidad, el flujo comunicacional que lleva el espíritu esencial de ese propósito tiene aspectos cruciales para influir en el equipo a lograr la búsqueda compartida.

Hay que ser muy cuidadosos con la comunicación y como esta se realiza. Cuando sucede, se ponen en juega cuatro elementos esenciales que determinan su éxito y funcionalidad: lo que se comunica, la autoridad del que comunica, la motivación que se genera y el clima que se logra.

Lo comunicado es lo que se dice y como se lo expresa, pero tiene importancia la autoridad de quien lo dice y si con ello logra motivar al otro. Esta fluidez comunicacional no tiene sentido si ese mensaje que se pone en juego no logra generar el clima propicio para impulsar a las personas a la búsqueda de los resultados, sintiéndose todos partes de un equipo y no solo, un eslabón más del cual solo se pide el logro de metas desalineadas.

Esa comunicación se fortalece en un clima adecuado que muestra la calidad de la motivación de la gente, cuidando la calidad de las conversaciones organizacionales, que deberán ser poderosas, inclusivas, cuidadosas, cálidas y creíbles, de manera que todos asuman el compromiso de la búsqueda del propósito del equipo.

Este es el gran reto para el liderazgo organizacional: desarrollar el proceso comunicacional con una propuesta que logre estimular los talentos a formar parte de equipos motivados y comprometidos en una nueva dinámica para la optimización de logros y resultados superadores.

Es imperativo entonces, desarrollar las conversaciones necesarias para lograr inspirar a los equipos hacia la búsqueda de un futuro deseado y desarrollar el entendimiento y la claridad suficientes para lograr tomar las mejores decisiones.


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