Hablando del egoísmo


 







Hoy escribe... Cecilia Grosso, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI


“Sos un egoísta”. Posiblemente que nos etiqueten de “egoístas” es una de las peores cosas que nos pueden decir, porque en general lo asociamos como algo malo, como si ser egoísta significaría ser “mala persona”, o “ruin” o “mezquino” y la verdad es que prácticamente imposible que un ser humano no sea egoísta.
La palabra “egoísmo”, etimológicamente, procede del latín “ego” que significa “yo”, por eso, cada vez que apuntamos el egoísmo de otra persona lo hacemos porque su manera de comportarse nos perjudica o no nos beneficia; tildamos de egoísmo todo acto de aquellos que piensen más en sus necesidades que en las nuestras.
Lo cierto es que ser egoístas no es mano ni bueno, simplemente es necesario: necesitamos pensar en nosotros mismos para sobrevivir física y emocionalmente.
Todo lo que hacemos en la vida, lo hacemos por nosotros mismos. Eso sí, existe una notable diferencia entre los tipos de egoísmo.

El primer tipo de egoísmo se denomina “egoísmo egocéntrico”. Es decir, aquel que nos mueve a orientar nuestro comportamiento a saciar únicamente nuestro propio interés. De ahí que nuestro vocabulario se monopoliza por pronombres como “yo”, “mi” o “mío”. Obnubilados por nuestros deseos, aspiraciones y expectativas, vamos por la vida sin tener en cuenta la repercusión que nuestras palabras y actos ocasionan sobre los demás.
Al esperar que el mundo gire alrededor nuestro, paradójicamente, nuestra existencia suele estar marcada por el conflicto, la lucha, el sufrimiento…
Este egoísmo egocéntrico es la raíz desde la cual construimos una personalidad de víctima y reactiva, quejándonos y culpando siempre a alguien o algo externo a nosotros, en vez de hacernos cargo, cada vez que las cosas no salen como lo planeamos.

Para conectar con nuestro bienestar perdido necesitamos cultivar el denominado “egoísmo consciente”, que es aquel que nos permitir resolver nuestros conflictos internos por medio del autoconocimiento. Para llevar un estilo de vida saludable es importante dedicarnos algo de tiempo cada día para darnos lo que necesitamos, nuestros gustos, preservando así nuestro equilibrio emocional.

Y este egoísmo, el que denominamos consciente, el que nos permite evolucionar del egoísmo egocéntrico al “egoísmo altruista”. Este deviene de forma natural cuando logramos conectar con nuestra esencia.
Entonces disponemos de todo lo que necesitamos para sentirnos completos, llenos y plenos por nosotros mismos; sabemos que estamos en contacto con nuestro verdadero “yo” cuando independientemente de cómo sea nuestro entorno, todas esas circunstancias externas, a nivel interno logramos sentir que todo está bien y que no nos falta nada.

Saber diferenciar entre estos tres tipos de egoísmos es clave para que podamos disfrutar en plenitud de nuestras relaciones.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El Liderazgo: una energía en tránsito

El rombo del impacto

El liderazgo TET (tiempo - espacio - talento)