Emociones que atentan contra nuestras decisiones
Hoy escribe... Cecilia Grosso, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI
Emociones que atentan contra nuestras
decisiones
La actitud que tenemos
ante cualquier acontecimiento o mismo nuestra manera de vivir están regidas por
tres componentes básicos: nuestras acciones, nuestros pensamientos y nuestras
emociones.
Son estas últimas, las emociones, las más básicas, las más antiguas de todas
nuestras acciones y reacciones y aunque a veces pasamos años aprendiendo a
controlarlas como especie aún nos siguen dominando.
En la búsqueda de resultados podemos destacar tal vez cuatro emociones básicas
que nos alejan de nuestros objetivos: la ira, la negatividad extrema, la
hiperexcitación y la ansiedad.
La ira, por ejemplo, nos hace completamente ciegos a nuestro entorno, incluso a
veces nos motiva a hacer las cosas por venganza haciéndonos olvidar el motivo
verdadero por el cual estamos transitando cierto camino; perdemos la
concentración y la motivación real. En ese arrebato de ira o rabia no pensamos.
En el caso de la negatividad extrema, no invita a la acción “ciega” sino a la
parálisis; nos invita a quedarnos contemplando el panorama y a no hacer nada
porque nos convencemos de que igual todo nos va a salir mal o no lo podremos
hacer.
Hay entornos que a veces nos invitan a esa negatividad extrema y nos hace
perder el tiempo y el esfuerzo trazándonos así metas bajas o menospreciar
nuestros logros; somos la sombra que nos tapa el sol. Hay que prepararse para
cuándo pase la tormenta y salga el sol reconociendo nuestras habilidades y
logros; tomándonos un tiempo para inspirarnos, permitiéndonos divertirnos y
reírnos… “fallaras en el 100% de las cosas que no intentes”.
En contrario a la negatividad, la hiperexcitación nos hace querer ir hacia a la
meta a todo costo. Apostarlo todo, darlo todo, no quedarse con nada o no guardarse
nada está bien; de hecho es una actitud de los ganadores pero si las decisiones
no se toman correctamente y no se miden fuerzas, es una postura que fácilmente
nos puede llevar a la derrota.
La hiperexcitación es emocionarse de más lo que puede acabar significando que
nos dejemos llevar sin evaluar riesgos o consecuencias.
La clave está en tomar consciente, “darnos cuenta” que este exceso de euforia
nos aleja de nuestros objetivos; si al momento de tomar una decisión nos damos
cuenta que no estamos evaluando los riesgos es que estamos cegado por nuestras
emociones.
Y por último de la mano de la hiperexcitación, tenemos una de las cuatro
emociones que mencionábamos al principio: la ansiedad.
La ansiedad es un exceso de futuro y a todos nos afecta alguna vez; incluso
puede convertirse en algo patológico.
Perdemos la calma y cuando se acerca algo importante para nosotros deseamos que
nos salga todo bien o nos ponemos nerviosos pensando que hacer si las cosas
salen mal.
La ansiedad no nos permite pensar bien pero en este caso es porque pensamos
demasiado; nos imaginamos muchísimos escenarios posibles dándole vida a
supuestos.
Con tantos pensamientos nuestra mente colapsa y la toma de decisiones se hace
más complicada y riesgosa porque tomamos decisiones en base a escenarios
hipotéticos y no en hechos.
Prioriza, no te preocupes, ocúpate y hace que tengas que hacer de un paso a la
vez.
Cuando tengas momentos para vos, internaliza tus pensamientos y tranquiliza tu
mente. Date lugar a agradecer y perdonar; con las emociones en tu corazón no en
la mente nos aseguramos una mejor toma de decisiones y con ellos obtendremos
mejores resultados.
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