Decisiones
Hoy escribe...
CAMILA MELE, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI
¿Dueños de nuestras
decisiones?
Nuestra vida transcurre entre un ir y venir de decisiones
que creemos que tomamos, en la mayoría de los casos, bajo una absoluta
racionalidad. Decisiones que pensamos, meditamos, debatimos y analizamos.
Cuando los resultados no son los que esperábamos ponemos bajo escrutinio
nuestra capacidad para tomar decisiones, y nos consultamos una y otra vez
¿Dónde fue que fallamos?
¿La respuesta? A pesar de que pongamos todo nuestro empeño
para tomar decisiones 100% racionales, nos resulta imposible. Los seres humanos
somos prisioneros de nuestra propia irracionalidad, y el mayor problema es que
no somos conscientes de ello.
Herbet Simon estableció que tenemos una racionalidad
limitada, en otras palabras, nuestra racionalidad se ve condicionada por
diferentes factores que influyen sobre nuestra conducta. Por ejemplo, por la
disponibilidad de tiempo, la cantidad de información y las experiencias
pasadas. Vamos a detenernos a analizarlo por un momento, la realidad es que
para tomar decisiones eficientes deberíamos contar con la totalidad de la
información necesaria y la cantidad de tiempo que deseemos. En el día a día y
con la vorágine en la que vivimos esto no sucede y la única alternativa que
tenemos es adecuarnos a las circunstancias. ¿Cómo lo hacemos?
Como toda habilidad en la vida, debemos trabajar para
desarrollar y así mejorar nuestro rendimiento. Es así, la capacidad para tomar
mejores decisiones la podemos entrenar y así obtener mejores resultados. Los
pilares que sustentan nuestras malas decisiones son, por un lado, nuestras
falencias para admitir nuestras limitaciones y, por otro, nuestra ignorancia
acerca de la posibilidad de capacitarnos para tomar mejores decisiones.
Una vez que seamos capaces de identificar estos pilares
estaremos en condiciones de comprender que, en muchos casos, los problemas que
atravesamos en la actualidad derivan de decisiones que tomamos en el pasado. La
mejora en la toma de decisiones comienza por identificar cual es el proceso que
utilizamos para tomarlas e intentar mejorarlo. Para ello, deberíamos abandonar
el intento vano de ser personas racionales y centrarnos en ser conscientes del
proceso que utilizamos. Detenerlos en identificar cual es el problema que
debemos resolver, cuales son las alternativas posibles y cuales serían las
consecuencias de cada una de ellas nos alejará de la toma de decisiones
automáticas y nos pondrá como protagonistas y responsables de nuestros actos.
Esto cobra importancia porque somos capaces de mejorar nuestro rendimiento
cuando consideramos que somos nosotros mismos quienes tenemos el poder de
hacerlo.
El resultado de este cambio de perspectiva no nos eximirá de
cometer errores o tomar malas decisiones, en parte, de eso se trata la vida.
Nos va a ayudar a poder identificar algunas de las causas y consecuencias de
los problemas actuales. Nos va a ayudar a no cometer los mismos errores en
reiteradas ocasiones y, sin dudas, nos facilitará el trabajo del liderazgo.
Para finalizar, nos podríamos preguntar ¿Si no somos seres
racionales como creíamos, que somos? Bueno, las emociones tienen mas poder
sobre nosotros de lo que podríamos creer. Pero sobre eso hablaremos en otro
momento.
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