¿Exigencia o Excelencia?

 











Hoy escribe...

Cecilia Grosso, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI


Exigencia o Excelencia.

Estuvimos hablando de la capacidad de lenguaje para generar realidad: lo que nos decimos y decimos es lo que encontramos finalmente; además el lenguaje nos proporciona la capacidad de distinguir lo que nombramos pero solo somos capaces de observar aquello que podemos distinguir como algo diferente.
Distinguir a través del lenguaje nos permite nuevas formas de creación de realidad, nuevas maneras de observar, ampliando nuestras opciones y encontrando otras alternativas.

¿Cuál es la diferencia de vivir entre la exigencia o la excelencia? Distinguir entre ambas es importante porque dependiendo de dónde me encuentre parado será la calidad de los resultados que obtenga. No estamos acostumbrados a cuestionarnos por qué o para qué nos pasa lo que nos pasa, sin darnos cuenta que cuando tomamos consciencia de las decisiones que tomamos todo empieza a adquirir sentido. Y sí, la exigencia y la excelencia son decisiones. Entonces: ¿qué vas a ser? ¿Excelente o exigente?

El foco de las acciones desde la exigencia está en el HACER, es decir, la posición está completamente enfocada en el resultado que se quiere obtener: tanto obtengo, tanto valgo. En otras palabras, cuando las personas se orientan a la exigencia viven entendiendo que lo que hacen es lo que son. La voz interior de esas personas es el perfeccionismo y la perfección es una ilusión viviendo en un clima interior de insatisfacción. Si no se hace algo que sea perfecto entonces habrán fracasado afectando así su propia identidad.
La exigencia no permite que se delegue puesto que las personas exigentes no se permiten fallar ni permiten que los demás fallen; utiliza el control como herramienta de supervisión, liderando desde la autocracia: yo tengo la verdad y mi verdad es la absoluta; carecen de flexibilidad y desde el observador de la exigencia solo existe el resultado.

Por el contrario la excelencia consiste en generar un hábito y no solamente una acción. Tiene foco en el SER, tomando posición de dar lo mejor de mí mismo. Al entender que no existe la perfección se orienta a dar lo mejor y no hacia lo perfecto; en un contexto de excelencia es mucho más fácil asumir los riesgos, delegar las acciones basándose en la confianza, ampliar la creatividad y permitir que se experimente desde la responsabilidad y no desde la culpa y el miedo al error. El compromiso está puesto en ver el error como una gran oportunidad de cambio, transformación y superación personal.
Las personas desde la excelencia lideran su vida interna y externamente desde la direccionalidad: no hay verdades absolutas si no hay trabajo en equipo; el camino es tan importante como el destino y se da lugar al disfrute.


Comentarios

  1. Como mujer, no deseo ser perfecta, trato de sentirme bien con las cosas que hago, pequeñas o grandes.

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