LIDERAR CON EL EQUILIBRIO ADECUADO ENTRE INNOVACIÓN Y COMPLEJIDAD
Hoy escribe... Raúl Volker, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI
La
estrategia de innovación requiere de anticipación y decisión ante los contextos
de complejidad creciente. Es la interacción con el entorno, donde se desarrolla
un juego del que no se conocen las reglas del futuro.
El
caos y la complejidad desalientan lo planificado y la viabilidad de la
estrategia planificada se experimenta a través de su ejecución. Hay que
convertir el caos y la complejidad en el punto de partida de cualquier
interpretación.
Ya no
alcanza la mirada mecanicista ni determinista como una simple extensión del
pasado. En el hoy y en el futuro, se enfrentan turbulencias, problemas poco
estructurados que configuran las fuentes de riesgos y crisis, donde la
estrategia responde a un diseño que surge de la interpretación del vínculo de
las interacciones y la no lineal del sistema y el entorno, y cualquier cambio de
este o de su contexto, puede modificar los emergentes de modo imprevisible.
En
este sentido, la práctica de la estrategia es acerca del ejercicio de ajustes y
desajustes recíprocos entre medios y fines. En el proceso estratégico, se
razona de modo dialéctico desenredando el entramado de las complejidades de un
suceso sin estructuras.
El
conflicto implica una confrontación de poderes ya sea en un ejercicio
voluntarista, de quien quiere imponer su voluntad; ya sea un ejercicio
sistémico en quien necesita llevar adelante las realizaciones para desatar un
sistema encadenado de sucesos y de unidades dentro de un sistema de
acoplamientos de objetivos colectivo, ese colectivo que legitima el ejercicio
del poder; o ya sea quienes lo sostienen
críticamente adoptando perspectivas desde quienes son objetos de ese poder como
una relación de dominación y de sujeción.
En el
pensamiento estratégico se despliega un sistema de valores, creencias, su
puestos e ideas acerca de cómo ejercer el liderazgo; y solo cuando los lideres
son capaces de desafiar sus propios conceptos y supuestos, es posible construir
nuevas representaciones de las percepciones actuales y pasadas.
En un
mundo que resulto ser volátil, complejo, ambiguo, frágil y ansioso, el líder
debe aprender a lidiar con la incertidumbre, empleando la innovación y la
creatividad. Los equipos exitosos son los que aprenden a reconocer esos cambios
por anticipado.
La
dirección estratégica tiene el futuro del sistema en sus manos, no es el azar,
ni la ley de las probabilidades objetivas, ni la ley de los grandes números lo
que va a definir los resultados, sino lo que haga o no haga la dirección y el
líder con el liderazgo de ese equipo. No hay que estar tan preocupado en medir
los desempeños pasados, sino lo que se está haciendo hoy para mañana.
La era
del conocimiento reemplazó a la era de la energía, por lo cual el liderazgo
tiene como prioridad cambiar la forma de razonar. Ser líder es tomar una misión
donde todos están tratando de hacer cosas para lograr una ventaja competitiva
que los distinga del resto, pero solo el ejercicio tenaz del proceso
transformacional puede consolidarse en éxitos sostenibles.
La
innovación proviene del conocimiento, de la experiencia y de la autoconfianza;
y ya que todos tendemos a apoyar eso de lo cual somos protagonistas y
creadores, nos comprometemos de esta manera esa mística evenecial excepcional y
creadora.
Los
equipos que fracasaron en el pasado no pudieron aceptar ni adaptarse a los cambios;
manejar esos cambios es pensar en la renovación como parte de la rutina,
buscando una manera distinta de hacer lo que se hace hasta este momento con su
ventaja competitiva y estratégica consolidada a través del conocimiento.
Pero
el equilibrio está en la búsqueda constante de relacionar el cambio con la
innovación, pensada ya desde el momento mismo del diseño y el desarrollo organizacional,
implica también vincularlo con el entorno complejo en el cual las
organizaciones deben encontrar hoy su rumbo para lograr su viabilidad y
trascendencia en el esquema globalizador en el cual se encuentran.
Los
antiguos paradigmas de estabilidad no logran que las organizaciones alcancen su
ventaja competitiva, por lo cual se hace imprescindible que éstas se flexibilicen,
entiendan el valor de los intangibles en el mundo complejo de hoy, en el cual
la verdadera innovación puede ser un camino posible y un componente fundamental
para el desarrollo de la competitividad.
Las
organizaciones deben adaptarse a los cambios en el entorno y para ello deben
promover sus propias acciones que les permitan innovar hacia dentro de ellas
mismas, en sus procesos organizacionales, en sus factores controlables y hacia
afuera en los factores y variables que no puede controlar. Las organizaciones
que no se comprometan en esta propuesta de adaptarse a estas complejidades
mediadas por los procesos de innovación, serán forzadas al cambio o a
desaparecer.
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