De los equipos en las organizaciones












Hoy escribe... Cecilia Grosso, integrante del Comité Ejecutivo del CEDELI


 En las organizaciones el trabajo en forma colaborativa ha demostrado ser la forma más efectiva de gestionar las tareas.

Los equipos con objetivos claros y específicos que trabajan en forma autogestiva y flexible y alineados con la visión de la organización, a menudo entregan una capacidad de trabajo y performance muy superior a los resultados que sus integrantes por separado podrían entregar.

Pero esto lamentablemente no sucede, solo con juntar voluntades en pos de un objetivo, aunque podría ser un primer paso.

Es que los buenos equipos, a diferencia del conjunto de personas, logran una característica intrínseca, única y propia de ese equipo que es imposible encontrar al separarlo en sus miembros.

Del mismo modo que al separar a un piano por partes, podríamos reunir por un lado por las patas, o la tapa, los pedales, las cuerdas y los martillos, pero nunca podríamos separar a la música. Los buenos equipos logran este emergente del actuar sistémico que potencia a ese equipo llevándolo a conseguir sus objetivos optimizando la masa crítica.

Por eso siempre me gusta decir que trabajar en equipo “tiene más de equipo que de trabajo” y esto es porque en general en las organizaciones se pierde vista el componente esencial del trabajo en equipo. El componente humano.

Ciertamente las personas frente a un objetivo tenemos un rango de eficiencia que podemos entregar. Entonces, ¿Qué es lo que hace que una persona entregue el máximo de eficiencia o por el contrario el mínimo de ella?

Por suerte no hay una única respuesta para esta pregunta, ya que las personas somos seres complejos, sociales, gobernados por la lógica de nuestro hemisferio izquierdo, pero también por las emociones del hemisferio derecho.

Si bien el líder tiene un papel determinante en la conformación del equipo muchas veces las personas le otorgan un poder casi divino como si de él dependiera el éxito o el fracaso del equipo. La realidad es que si esto fuera así, no habría mayor demostración posible de equipo no conformado incluso habiendo logrado el objetivo, ya que el líder debe ser el guía, el estratega, el que ilumina el camino, el que ayuda a algún miembro que lo necesita, pero sin lugar a duda es el equipo el que logra cumplir el objetivo con mayor o menor eficiencia.

Los equipos están absolutamente influenciados por sus miembros que deben tener la capacidad de gestionar las tareas, la comunicación y los objetivos, entre ellos en forma colaborativa autogestiva y flexible sin depender del líder.

Sin embargo, por el contario en las organizaciones en general vemos equipos con miembros sin capacidad de toma de decisión, con escasa comunicación entre ellos, y con rígidos reportes lineales a Batman, perdón…al jefe.

Cuando hemos tenido la posibilidad de intervenir en un equipo y relacionarnos con sus integrantes en muchos casos hemos descubierto que la energía de sus miembros se dirige hacia distintos espacios. Todas las personas tenemos aptitud para lograr los resultados deseados, pero que sucede cuando en un equipo las energías que encauzan esos logros se disipan en diversos caminos. No se trata aquí de ser mejores o peores, se trata de alineamiento.

Y no estamos hablando de intervenir voluntades, sino por el contario el concepto de alinearse lo tomo en este caso de Jazz.

Los jazzistas tienen el concepto de “being in the Groove”, estar en el surco que utilizan en general en las “zapadas” (sesiones de improvisación), cuando logran que todos toquen como si fueran uno solo. Esto es Alineamiento.

Líder, miembros, equipos, alineamiento, zapar, organizaciones, objetivos, energías, capacidades, hemisferios, autogestivo, colaborativo, todos estos elementos tienen un atractor primario (aunque no único) y fundamental en la gestión de equipos.

La comunicación.

 

En las organizaciones el trabajo en forma colaborativa ha demostrado ser la forma más efectiva de gestionar las tareas.

Los equipos con objetivos claros y específicos que trabajan en forma autogestiva y flexible y alineados con la visión de la organización, a menudo entregan una capacidad de trabajo y performance muy superior a los resultados que sus integrantes por separado podrían entregar.

Pero esto lamentablemente no sucede, solo con juntar voluntades en pos de un objetivo, aunque podría ser un primer paso.

Es que los buenos equipos, a diferencia del conjunto de personas, logran una característica intrínseca, única y propia de ese equipo que es imposible encontrar al separarlo en sus miembros.

Del mismo modo que al separar a un piano por partes, podríamos reunir por un lado por las patas, o la tapa, los pedales, las cuerdas y los martillos, pero nunca podríamos separar a la música. Los buenos equipos logran este emergente del actuar sistémico que potencia a ese equipo llevándolo a conseguir sus objetivos optimizando la masa crítica.

Por eso siempre me gusta decir que trabajar en equipo “tiene más de equipo que de trabajo” y esto es porque en general en las organizaciones se pierde vista el componente esencial del trabajo en equipo. El componente humano.

Ciertamente las personas frente a un objetivo tenemos un rango de eficiencia que podemos entregar. Entonces, ¿Qué es lo que hace que una persona entregue el máximo de eficiencia o por el contrario el mínimo de ella?

Por suerte no hay una única respuesta para esta pregunta, ya que las personas somos seres complejos, sociales, gobernados por la lógica de nuestro hemisferio izquierdo, pero también por las emociones del hemisferio derecho.

Si bien el líder tiene un papel determinante en la conformación del equipo muchas veces las personas le otorgan un poder casi divino como si de él dependiera el éxito o el fracaso del equipo. La realidad es que si esto fuera así, no habría mayor demostración posible de equipo no conformado incluso habiendo logrado el objetivo, ya que el líder debe ser el guía, el estratega, el que ilumina el camino, el que ayuda a algún miembro que lo necesita, pero sin lugar a duda es el equipo el que logra cumplir el objetivo con mayor o menor eficiencia.

Los equipos están absolutamente influenciados por sus miembros que deben tener la capacidad de gestionar las tareas, la comunicación y los objetivos, entre ellos en forma colaborativa autogestiva y flexible sin depender del líder.

Sin embargo, por el contario en las organizaciones en general vemos equipos con miembros sin capacidad de toma de decisión, con escasa comunicación entre ellos, y con rígidos reportes lineales a Batman, perdón…al jefe.

Cuando hemos tenido la posibilidad de intervenir en un equipo y relacionarnos con sus integrantes en muchos casos hemos descubierto que la energía de sus miembros se dirige hacia distintos espacios. Todas las personas tenemos aptitud para lograr los resultados deseados, pero que sucede cuando en un equipo las energías que encauzan esos logros se disipan en diversos caminos. No se trata aquí de ser mejores o peores, se trata de alineamiento.

Y no estamos hablando de intervenir voluntades, sino por el contario el concepto de alinearse lo tomo en este caso de Jazz.

Los jazzistas tienen el concepto de “being in the Groove”, estar en el surco que utilizan en general en las “zapadas” (sesiones de improvisación), cuando logran que todos toquen como si fueran uno solo. Esto es Alineamiento.

Líder, miembros, equipos, alineamiento, zapar, organizaciones, objetivos, energías, capacidades, hemisferios, autogestivo, colaborativo, todos estos elementos tienen un atractor primario (aunque no único) y fundamental en la gestión de equipos.

La comunicación.

 

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